El verano es, sin duda, una de las estaciones más esperadas: vacaciones, calor, viajes, playas y comidas al aire libre. Pero esta época también trae consigo un incremento de los casos de diarrea, especialmente en niños y personas mayores, lo que puede tener consecuencias importantes si no se trata adecuadamente. Uno de los mayores riesgos es la deshidratación, un problema que puede prevenirse con información, atención y sentido común.
¿Por qué hay más diarreas en verano?
Durante los meses cálidos, las temperaturas elevadas favorecen la proliferación de bacterias y virus en alimentos y aguas mal conservadas. A esto se suma el hecho de que, en verano, cambiamos muchos de nuestros hábitos: comemos fuera de casa con más frecuencia, viajamos a zonas donde el control sanitario puede no ser el óptimo y a veces descuidamos las normas básicas de higiene y refrigeración.
Además, en verano se incrementa el contacto con aguas recreativas (piscinas, ríos, playas), que pueden estar contaminadas. Todo esto crea un entorno ideal para que aumenten los casos de diarrea.
Toxiinfección alimentaria vs. gastroenteritis vírica
No todas las diarreas son iguales ni tienen el mismo origen. Es importante distinguir entre:
- Toxiinfección alimentaria: causada por la ingestión de alimentos contaminados con bacterias (como Salmonella, Escherichia coli o Campylobacter) o sus toxinas. Suele aparecer de forma brusca, con fiebre, dolor abdominal, vómitos y diarrea, a veces con sangre.
- Gastroenteritis vírica: provocada por virus como el rotavirus o el norovirus. Es muy contagiosa y más frecuente en niños pequeños. Aunque suele ser autolimitada, también puede causar vómitos y diarrea intensos, con riesgo de deshidratación.
Cómo prevenir la diarrea en verano
La prevención es clave y empieza con unos hábitos higiénicos y alimentarios muy simples, pero a menudo descuidados en verano:
- Evita consumir agua no potable. No bebas de fuentes dudosas ni uses hielo si no estás seguro de su origen. Si viajas a un país con condiciones sanitarias precarias, usa siempre agua embotellada, incluso para cepillarte los dientes.
- Lávate bien las manos antes de comer o preparar alimentos, y tras ir al baño o cambiar pañales.
- No dejes los alimentos a temperatura ambiente, especialmente carnes, pescados, huevos o lácteos. La cadena de frío es fundamental.
- No lleves alimentos perecederos a la playa o la piscina si no puedes mantenerlos refrigerados adecuadamente. Las ensaladillas, tortillas o embutidos no son buena idea bajo el sol.
- Cocina bien los alimentos, especialmente carnes y mariscos. Evita consumir productos crudos si no estás seguro de su manipulación.
La microbiota intestinal, una gran aliada
Una microbiota intestinal sana es nuestra primera línea de defensa frente a muchas infecciones, incluidas las digestivas. El equilibrio de bacterias “buenas” en el intestino contribuye a reforzar el sistema inmunitario, mejorar la barrera intestinal y evitar la colonización por patógenos.
En verano, este equilibrio puede verse alterado por cambios en la dieta, el estrés del viaje o el consumo de antibióticos. Por ello, muchos expertos recomiendan el uso de probióticos como medida preventiva.
Entre ellos, el Lactobacillus rhamnosus GG ha demostrado en múltiples estudios clínicos su capacidad para reducir el riesgo de diarrea del viajero y acortar su duración cuando ya ha comenzado. Es seguro, bien tolerado y puede tomarse tanto en adultos como en niños.
¿Qué hacer si aparece la diarrea?
Si, a pesar de las precauciones, aparece la diarrea, lo más importante es evitar la deshidratación, que puede ser especialmente peligrosa en lactantes, niños pequeños y personas mayores. La pérdida de agua y sales minerales (electrolitos) puede llevar a una situación de riesgo si no se actúa rápidamente.
Lo primero: consulta médica
Antes de iniciar cualquier tratamiento, es fundamental que un médico valore la situación, especialmente si hay fiebre alta, sangre en las heces, signos de deshidratación (boca seca, llanto sin lágrimas, decaimiento, piel fría, orina escasa), o si se trata de una persona vulnerable.
El médico decidirá si la rehidratación debe ser:
- Intravenosa, en casos graves o cuando hay vómitos que impiden la ingesta.
- Oral, en la mayoría de los casos leves o moderados.
Rehidratación oral: solo con productos adecuados
Cuando se recomienda la rehidratación oral, debe realizarse con soluciones de rehidratación oral (SRO) que contengan las concentraciones correctas de sodio, glucosa, potasio y bicarbonato, tal y como indican la OMS y las sociedades científicas. Estas soluciones están disponibles en farmacias, ya preparadas o en sobres para disolver en agua potable.
Es importante recalcar que no es adecuado rehidratarse solo con agua, bebidas isotónicas, refrescos o remedios caseros, ya que pueden agravar el desequilibrio electrolítico o no reponer adecuadamente las pérdidas.
¿Y los probióticos en caso de diarrea?
En el contexto de una diarrea aguda, especialmente en niños, se ha demostrado útil el uso de Saccharomyces boulardii, una levadura probiótica no patógena.
Este microorganismo actúa de varias formas:
- Bloquea toxinas bacterianas.
- Estimula el sistema inmunitario intestinal.
- Ayuda a restaurar la microbiota intestinal normal.
Numerosos estudios han demostrado que el Saccharomyces boulardii acorta la duración de la diarrea, especialmente si se administra de forma temprana. Es bien tolerado y seguro en la mayoría de los casos.
En resumen…
El verano es una época maravillosa para disfrutar, pero también puede ser un momento de riesgo si bajamos la guardia frente a las infecciones digestivas. Prevenir la diarrea está en gran parte en nuestras manos: mantener la higiene, cuidar los alimentos y reforzar la microbiota intestinal puede marcar la diferencia.
Y si llega la diarrea, el objetivo principal es prevenir la deshidratación con soluciones de rehidratación adecuadas y, si se considera útil, con probióticos con evidencia científica.
¡Feliz verano! Cuídate, hidrátate bien y no dejes que una diarrea arruine tus vacaciones.
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