Cómo afecta el cloro de la piscina a tu piel

En esta época del año, ¿a quién no le apetece un buen chapuzón en la piscina? Pocos responderán que no. Sin embargo, hay que tener en consideración que el cloro de la piscina, entre otros factores relacionados con el verano como el sol o el calor, puede agravar ciertas enfermedades como la dermatitis.

El empleo de cloro en concentraciones elevadas puede ocasionar verdaderos problemas en la piel de los bañistas.

Como siempre, seguir una serie de hábitos adecuados, puede ayudarnos a minimizar estas molestias. Daremos a continuación algunos consejos que nos ayudarán a pasar un mejor verano.

¿Por qué se contamina el agua de las piscinas?

Las causas pueden ser varias y de diferentes orígenes:

  • Los bañistas pueden trasladar al agua microorganismos potencialmente causantes de enfermedades como los catarros. Además de materia orgánica como el sudor o la orina.
  • Los que no se están bañando en ese momento, lo pueden hacer mediante el calzado, paseando por la zona cercana al baño.
  • El medio ambiente. La lluvia o el viento pueden introducir hojas, arena o polen que transportan gérmenes al agua.

Contaminación del agua, ¿cómo la evitamos y qué riesgos conlleva?

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Es necesario que el agua de las piscinas tenga un tratamiento que garantice su salubridad pues, de lo contrario, las piscinas serían una fuente de transmisión de innumerables enfermedades.

De entre todos los productos utilizados para desinfectar el agua de las piscinas, el más extendido es el cloro. Y, entre los objetivos principales del tratamiento químico del agua, se encuentran:

  • Eliminar bacterias y otros microorganismos.
  • Evitar el crecimiento de algas.
  • Evitar daños y molestias al usuario.
  • Mantener el agua clara.

Enjuaga tu cabello con una buena ducha al salir de la piscina para eliminar todos los restos de cloro de tu piel y de tu pelo.

Sin embargo, los productos químicos usados en la desinfección del agua, en este caso, el cloro, conllevan riesgos para los bañistas por:

  • Ingestión de agua. Todos los bañistas tragan agua en mayor o menos cantidad dependiendo de variables como la edad, el género, la habilidad para nadar o la intensidad de la actividad realizada dentro del agua.
  • Inhalación. En este caso, la concentración de sustancias volátiles varía mucho dependiendo del tratamiento y, sobre todo, de que la piscina sea cubierta o no.
  • Contacto dermal. El efecto irritante de los productos químicos contenidos en el agua es sobradamente conocido por cualquier bañista, especialmente en ojos y mucosas. Pero dichas sustancias también pueden penetrar a través de la piel.

Afecciones más comunes relacionadas con las piscinas

  • La diarrea. Es la patología más frecuente adquirida por la ingesta de agua en las piscinas. Los niños, las embarazadas y las personas con el sistema inmunitario débil corren mayor riesgo de contraer este tipo de infecciones. La diarrea se puede definir como la presencia de 3 o más deposiciones no sólidas a lo largo de 24 horas, que puede ir acompañada o no por otras manifestaciones como cólicos, náuseas, vómitos, fiebre, tenesmo, urgencia, o presencia de sangre en heces.
  • Otitis externa. Infección de la parte externa del oído, muy común y relacionada con los baños en las piscinas. Los síntomas suelen aparecer pocos días después de haber nadado y consiste en picor dentro del oído, enrojecimiento e inflamación en el oído y dolor cuando se ejerce presión en la oreja.
  • Pie de atleta. Infección de la piel de los pies causada por una variedad de diferentes hongos. Suele producir fisuras o lesiones rojizas y picantes. Lo más importante es evitar caminar descalzo en duchas y cambiadores.
  • Prurito ocular, irritación nasal y dificultad para respirar. Sobre todo ocurre en las piscinas cubiertas por los irritantes del cloro. Se evita ventilando muy bien la zona.
  • Dermatitis por contacto irritativa. Se produce cuando la piel entra en contacto con una sustancia irritante, en este caso, con el cloro de la piscina. La mayoría de las veces esta reacción de la piel se presenta en forma de eczema. Se manifiesta con mucho picor y sequedad en la piel.

Higiene en la piscina

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Para intentar evitar esas patologías comunes en época de piscina, es fundamental y hay que ser exigentes en el cumplimiento de una serie de condiciones higiénicas, tanto de la piscina como de su entorno:

  • Comprobar que las instalaciones reúnen los permisos y condiciones adecuadas.
  • Evitar el baño cuando se sospeche, por el olor, un exceso de cloro. Incluso, por un inadecuado mantenimiento de las condiciones higiénicas.
  • Ducharse antes de meterse en la piscina. Además, es conveniente exigir a los demás que lo hagan. Y, después de salir de la piscina, otra vez a la ducha. Conseguiremos que el agua arrastre la mayor cantidad de cloro posible de nuestra piel.
  • Los más pequeños deben usar pañales específicos para el baño.
  • También es muy recomendable utilizar gafas de piscina y tapones para los oídos.

El cloro de la piscina afecta a nuestra piel pudiendo causar irritación y sequedad.

¿Cómo protejo mi piel del cloro de la piscina?

Lo más importante es darse una buena ducha con jabón neutro cuando lleguemos a casa después de pasar un día entero en la piscina. Ayudaremos a eliminar restos de cloro en la piel así como otras impurezas que contiene el agua de la piscina.

Y, después de esta ducha, es importante utilizar cremas que contengan ingredientes naturales que contribuyan a combatir y evitar las agresiones. Una buena opción son cremas a base de ectonía. Ayudan a restaurar y mantener la capa externa de la piel, disminuyendo la inflamación, prurito y la pérdida de agua transepidérmica.

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Irritación de ojos por el cloro de la piscina

En los días de verano, la piscina se presenta como el lugar perfecto para refrescarse y relajarse. Sumergirse en el agua y disfrutar de unos largos es un momento muy agradable y placentero. Pero, al salir del agua, tus ojos empiezan a picar, se enrojecen y se vuelven más sensibles. La diversión de nadar se ve empañada por una irritación ocular que todos hemos podido experimentar alguna vez.

El cloro, aunque esencial para mantener las piscinas libres de bacterias y otros microorganismos, puede ser agresivo para nuestros ojos y provocarnos irritación que, no por ser una molestia común, hay que prevenirla y aliviarla.

Protege tus ojos del cloro

  • Usa gafas de natación ajustadas y de buena calidad. Esta es una de las maneras más efectivas de proteger tus ojos del cloro. Si puedes, opta por gafas con recubrimiento antivaho y protección UV, para una mayor comodidad y seguridad. Lávalas regularmente con agua dulce para eliminar cualquier residuo de cloro y evitar la acumulación de bacterias. Y guárdalas en un estuche protector para evitar daños y mantenerlas limpias.
  • Enjuaga tus ojos con agua dulce inmediatamente después de salir de la piscina. Te ayudará a eliminar el cloro de los ojos.
  • Te puede aliviar el uso de sprays oculares que cuenten con ingredientes como el aloe vera o los liposomas. Estos últimos pueden ayudar a restaurar la capa lipídica de la película lagrimal, crucial para prevenir la evaporación excesiva de las lágrimas y mantener la humedad ocular. Por su parte, el aloe vera cuenta con propiedades antiinflamatorias, calmantes y refrescantes, por lo que te proporcionará una sensación de frescura y te calmará el ojo irritado, aliviando el malestar y la sensación de ardor.
  • Limita el tiempo de exposición que pasas en la piscina y procura hacer descansos frecuentes para permitir que tus ojos se recuperen del contacto continuo del cloro.
  • Y, fuera del agua, usa gafas de sol para proteger tus ojos tanto del reflejo del agua como del sol, que también puede causar irritación.

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