Cómo prevenir la insuficiencia venosa en climas cálidos

La insuficiencia venosa crónica (IVC) es una afección que se produce cuando las venas de las piernas tienen dificultades para retornar la sangre al corazón. Las válvulas venosas, que normalmente se encargan de impedir el reflujo sanguíneo, se vuelven incompetentes, permitiendo que la sangre se acumule en las extremidades inferiores. Esto provoca síntomas como pesadez, hinchazón (edema), dolor, calambres nocturnos, picor, y en fases avanzadas, cambios en la piel e incluso úlceras venosas.

En España, la insuficiencia venosa afecta aproximadamente al 30% de la población adulta, siendo más frecuente en mujeres y en personas mayores. En comparación, países de clima más frío, como Noruega, presentan una prevalencia algo menor, en torno al 20–22%. Aunque existen factores genéticos, hormonales y de estilo de vida que influyen en esta diferencia, el clima juega un papel crucial, sobre todo en lo que respecta a la intensidad de los síntomas.

Cómo prevenir la insuficiencia venosa en climas cálidos: piernas cansadas - HeelEspaña

¿Por qué el calor empeora la insuficiencia venosa?

Fisiopatológicamente, el calor provoca vasodilatación, es decir, una expansión del diámetro de las venas superficiales. Este mecanismo, que ayuda al cuerpo a disipar calor, tiene efectos negativos en las personas con insuficiencia venosa. Cuando las venas se dilatan, las válvulas venosas no pueden cerrarse adecuadamente, lo que agrava el reflujo sanguíneo y favorece la estasis venosa.

Además, el aumento de la temperatura ambiental incrementa la permeabilidad capilar, facilitando el paso de líquido desde los vasos sanguíneos al tejido intersticial, lo que se traduce en edemas. A ello se suma una menor eficiencia de la bomba muscular de la pierna, especialmente si el calor nos induce a adoptar una vida más sedentaria, reduciendo aún más el retorno venoso.

En resumen, el calor potencia todos los mecanismos patológicos que ya están alterados en la insuficiencia venosa: dilata las venas, empeora el cierre valvular, favorece el edema y amplifica la sensación de pesadez, quemazón o dolor.

El clima sí importa: Sevilla no es Oslo

España, especialmente en verano, presenta temperaturas elevadas en gran parte del territorio. Ciudades como Sevilla, Córdoba o Murcia pueden superar fácilmente los 40 °C durante semanas. En estos entornos, las personas con predisposición genética a la insuficiencia venosa tienen más probabilidades de manifestar síntomas o de verlos agravados, en comparación con alguien que vive, por ejemplo, en Oslo o en otras regiones del norte de Europa, donde el clima frío y la menor vasodilatación constituyen un factor protector natural.

Esto no significa que los noruegos, o cualquier otro habitante de un país de clima frío, no tengan insuficiencia venosa, pero sí es probable que sus síntomas sean más leves y que su calidad de vida esté menos comprometida por esta patología. Por tanto, si bien la carga genética puede ser similar, el entorno climático marca una gran diferencia. Y dado que no podemos cambiar el clima, especialmente en un país tan soleado como el nuestro, debemos centrarnos en lo que sí podemos modificar: nuestros hábitos.

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Hábitos saludables para mejorar la circulación venosa

La buena noticia es que, aunque no podamos eliminar el calor, sí podemos reducir su impacto sobre nuestras venas adoptando una serie de medidas higiénico-dietéticas. Estos consejos son útiles tanto para prevenir la aparición de la insuficiencia venosa como para mitigar sus síntomas en quienes ya la padecen:

  1. Mantenerse activo
    El sedentarismo es uno de los peores enemigos del retorno venoso. Caminar al menos 30 minutos al día activa la bomba muscular de la pantorrilla, facilitando el ascenso de la sangre hacia el corazón. Evita estar sentado o de pie durante muchas horas seguidas. Si el trabajo lo requiere, trata de hacer pausas cada hora para mover las piernas.
  2. Evitar el calor directo
    No se recomienda tomar el sol directamente sobre las piernas ni exponerse a fuentes de calor como estufas, saunas o baños muy calientes. El agua de la ducha debe ser templada o incluso fresca al finalizar, ya que el frío provoca vasoconstricción, favoreciendo el retorno venoso.
  3. Dormir con las piernas elevadas
    Elevar ligeramente los pies de la cama (unos 10–15 cm) ayuda a que la sangre fluya mejor durante la noche y reduce el edema matutino.
  4. Usar medias de compresión
    Especialmente indicadas en verano. Aunque puedan resultar incómodas, las medias elásticas de compresión decreciente son uno de los pilares fundamentales del tratamiento conservador de la IVC. Ayudan a contrarrestar la dilatación venosa y a mejorar la circulación. Existen modelos ligeros y transpirables específicos para climas cálidos.
  5. Controlar el peso
    El sobrepeso y la obesidad aumentan la presión sobre las venas de las piernas y dificultan el retorno venoso. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y fibra, y pobre en sal y grasas saturadas, ayuda a mantener un peso saludable y a reducir la retención de líquidos.
  6. Hidratación adecuada
    Beber suficiente agua es esencial para mantener una buena circulación y reducir la viscosidad de la sangre, especialmente en días calurosos donde el sudor puede provocar deshidratación.
  7. Ejercicios específicos
    Actividades como la natación, la bicicleta estática o ejercicios de flexión y extensión de tobillos son especialmente útiles. Incluso pequeños movimientos circulares con los pies mientras estás sentado pueden marcar la diferencia.
  8. Evitar ropa ajustada
    Las prendas demasiado ceñidas pueden dificultar el retorno venoso desde las piernas hacia el tronco. Se recomienda usar ropa holgada y cómoda, especialmente durante los meses más calurosos.

Conclusión

La insuficiencia venosa es una enfermedad común que se agrava significativamente en climas cálidos como el de España. Aunque no podemos controlar la temperatura ambiental, sí podemos controlar cómo respondemos a ella. Mediante hábitos saludables, una rutina de ejercicio regular, el uso de medias de compresión y una dieta equilibrada, podemos aliviar los síntomas y mejorar nuestra calidad de vida.
En definitiva, si el calor está aquí para quedarse, mejor que también se queden con nosotros los buenos hábitos. Las venas lo agradecerán.

 Referencias bibliográficas

  • García-Madrid C, Ezpeleta SZ, Corvinos EC, et al. Enfermedad venosa crónica en los nuevos tiempos. Med Fam Semergen [Internet]. 2022;48(7):441–6.

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