Cómo proteger tu piel de la sequedad y las agresiones externas

La piel no es solo una cubierta estética, sino un órgano vivo, dinámico, que participa en funciones clave como la termorregulación, la barrera inmunológica y la homeostasis hídrica. Por eso, protegerla frente a la sequedad y las agresiones externas no es un simple capricho cosmético, sino una necesidad biológica.

Importancia de la hidratación cutánea

El componente acuoso es fundamental para la piel por múltiples razones:

  • Función celular básica: toda célula requiere un medio acuoso adecuado para que las reacciones metabólicas (síntesis de proteínas, transporte de iones, actividad enzimática, mantenimiento del gradiente osmótico) ocurran con eficiencia. En ausencia de un volumen hídrico suficiente, las células cutáneas pueden sufrir estrés osmótico, pérdida de turgencia e incluso apoptosis (muerte celular).
  • Matriz extracelular y gel intercelular: en la dermis y en la unión dermo-epidérmica, el agua forma parte del gel proteoglucano/colágeno/elastina, favoreciendo la difusión de nutrientes, la eliminación de metabolitos y la elasticidad del tejido. Una hidratación deficiente conduce a rigidez, microfisuras y fragilidad de la matriz.
  • Barrera cutánea y función de barrera: la capa más externa de la epidermis (estrato córneo) depende de un balance hídrico mínimo para mantener su estructura laminar de lípidos y proteínas. La pérdida de agua transepidérmica (TEWL, trans epidermal water loss) es un proceso constante; la piel sana minimiza esta pérdida gracias a una barrera lipídica bien estructurada y a la presencia de humectantes naturales.


Por todo eso, la hidratación cutánea va más allá de lo estético: es esencial para la integridad, la defensa y el funcionamiento óptimo de la piel.

Signos externos de una piel mal hidratada

Cuando la hidratación es insuficiente o la barrera cutánea está alterada, pueden manifestarse los siguientes signos:

  1. Tirantez y sensación de “piel rígida”: típico después del lavado o al entrar en ambientes secos.
  2. Microporosidad o grietas finas: especialmente en zonas de flexión o pliegues cutáneos.
  3. Escamación y descamación: láminas visibles de piel muerta.
  4. Textura áspera, tacto irregular: la superficie pierde suavidad.
  5. Líneas finas de “sequedad” (no arrugas estructurales, sino líneas que se marcan por falta de volumen acuoso).
  6. Eritemas difusos y zonas sensibles: la irritación se agrava si la barrera no está íntegra.
  7. Sensación de picor o escozor: la deshidratación puede desencadenar respuestas inflamatorias leves.
  8. Mayor sensibilidad a agresores externos: viento, frío, calefacción ambiental, detergentes agresivos.
    Estos signos son indicadores tempranos de que la piel está afrontando estrés hídrico o alteración de su función barrera.

Cómo proteger tu piel de la sequedad y las agresiones externas: factores externos que afectan hidratacion piel  - HeelEspaña

Cómo proteger la piel

Para prevenir o mitigar la deshidratación cutánea, es fundamental combinar estrategias ambientales/higiénicas con productos adecuados.

Hábitos y costumbres recomendables

  1. Control del ambiente interior
    • Uso de humidificadores en estancias secas (sobre todo en invierno con calefacción).
    • Evitar temperaturas extremas: duchas excesivamente calientes deshidratan la piel, es mejor utilizar agua templada.
    • Ventilación moderada: renovar el aire sin someter la piel a corrientes agresivas.
  2. Frecuencia y forma del lavado
    • Limitar el número de duchas o lavados diarios, sobre todo con agua caliente.
    • Emplear limpiadores suaves para no comprometer la barrera lipídica.
    • Secado cuidadoso, sin frotar: mejor mediante toques suaves con toallas, dejando algo de humedad antes de aplicar la crema.
  3. Ropa y protección externa
    • Usar tejidos suaves, transpirables y evitar tejidos ásperos que irriten la epidermis.
    • En ambientes fríos o ventosos, cubrir con bufandas o pañuelos para reducir el impacto del viento y evitar la evaporación excesiva.
    • Protección solar incluso en otoño/invierno: los rayos UVA penetran y contribuyen al estrés oxidativo.
  4. Hidratación interna suficiente
    • Beber cantidades adecuadas de líquidos (moderadas, pero constantes) para mantener el estado hídrico general del organismo.
    • Dieta rica en ácidos grasos esenciales (omega 3, ácido linoleico) y antioxidantes, lo que fortalece la estructura cutánea desde dentro.
  5. Evitar agresores innecesarios
    • Protegerse frente a contaminación ambiental (polución, humo).
    • Minimizar el uso de productos cosméticos agresivos (alcoholes, fragancias fuertes, solventes).
    • Controlar las enfermedades que predisponen a la sequedad cutánea (hipotiroidismo, diabetes, dermatitis atópica,….

En otoño e invierno el déficit acuoso se agrava por la calefacción y el aire seco, por lo que estos hábitos cobran especial importancia.

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La conveniencia de usar buenas cremas hidratantes

La elección de la crema hidratante no puede ser arbitraria: conviene seleccionar fórmulas que actúen en múltiples frentes: retención de agua, protección frente al estrés ambiental, refuerzo de la barrera y efecto antiinflamatorio.

Uno de los posibles componentes de una buena crema hidratante es la ectoína. La ectoína es producida naturalmente por ciertas bacterias. En condiciones extremas (salinidad, sequedad), estas bacterias la sintetizan para protegerse. En dermocosmética, ha demostrado ser un activo eficiente para la hidratación y protección cutánea.

La ectoína presenta reduce la pérdida de agua transepidérmica (TEWL) al reforzar la barrera cutánea funcional, posee efectos antiinflamatorios y actúa como antioxidante.
Otro ingrediente interesante es el aceite de grosella negra (Ribes nigrum), que contiene una proporción notable de ácidos grasos poliinsaturados, específicamente linoleico y gama-linolénico, así como esteroles y compuestos antioxidantes. En estudios con piel seca humana tratados con este aceite se ha observado que la composición lipídica del estrato córneo puede modificarse (incremento relativo de ácidos insaturados frente a formas saturadas), lo cual sugiere una integración del aceite dentro de la estructura lipídica epidérmica y una mejor retención de agua.

También cabe destacar el Cardiospermum halicacabum, que se ha utilizado en formulaciones tópicas para dermatitis y trastornos inflamatorios cutáneos. En un estudio observacional en pacientes con dermatitis, una crema que contenía extracto de Cardiospermum mostró efectos positivos en reducción de signos clínicos e inflamación. Se atribuye su actividad a su contenido en fitoesteroles que modulan la fosfolipasa A₂ y estabilizan membranas celulares, un mecanismo similar al de los glucocorticoides pero a menor potencia.

Resumiendo

La piel es un órgano vital que requiere una hidratación adecuada para conservar su función protectora, elasticidad y salud general. La sequedad cutánea no solo afecta la apariencia, sino también la integridad de la barrera cutánea, aumentando la sensibilidad frente a agresiones externas. Mantener una buena hidratación depende tanto de hábitos saludables, como evitar duchas calientes, usar humidificadores y consumir suficiente agua, como del uso de cremas formuladas con ingredientes activos que fortalezcan la piel.

Sustancias como la ectoína, el aceite de grosella negra y el Cardiospermum halicacabum ofrecen beneficios comprobados en la reducción de la pérdida de agua, la inflamación y el estrés oxidativo. En definitiva, cuidar la piel seca es una combinación de prevención, nutrición y protección constante.

Bibliografía

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