Para cuidar bien nuestra piel, es primordial que sepamos reconocer qué tipo de piel tenemos. Generalmente la piel de casi toda la población se puede clasificar, de un modo básico, en 6 tipos de piel. Esto no significa que vaya a permanecer igual durante toda la vida.
La piel de gallina es una reacción corporal involuntaria, los pelos de la piel se ponen de punta, se notan los poros y que se suele relacionar al frío y a las emociones intensas. Recibe los nombres científicos de horripilación cutánea y piloerección generalizada.
Existen diferentes tipos de dermatitis en las manos como son: dermatitis de contacto irritativa, alérgica, dermatitis atópica, dermatitis hiperqueratósica de las palmas o dermatitis numular, etc. La mayoría de ellas presentan como síntomas principales el eritema, edema, pápulas, vesículas, prurito, ardor y dolor.
La epidermis, que es la parte más externa de la piel, constituye una barrera física a la invasión microbiana. Está estructurada en múltiples capas formadas por células epiteliales especializadas que se llaman queratinocitos.
El diagnóstico de estas manchas rojas en la piel puede ser complicado, pero será necesario para instaurar el tratamiento correcto. Si una persona no está segura de la causa del problema, debe acudir a un médico de familia o especialista.
Finalizado el verano, es fundamental retomar hábitos de vida saludable y una rutina de limpieza facial que permita devolver a la piel su estado anterior. El sol del verano y su exposición más continuada nos ha podido provocar deshidratación de la piel y manchas solares.
